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“Primero sobrevino el escuchar con los dedos, una memoria de los sentidos: los huesos repartidos, los palos y plumas eran objetos sagrados que yo debía ordenar”
Cecilia Vicuña
“El tacto es la condición de toda vida sensible, la pérdida del tacto es la muerte”.
Peter Grey
En La voluntad de aparecer nos enfrentamos a una propuesta que es el resultado de una serie de procedimientos/rituales que consisten en la recolección, transmutación y relocalización de diversas materias vegetales o minerales a través del tacto como gesto fundamental que contiene en sí mismo su razón de ser. Impera una voluntad de transformación, de someter el cuerpo a la materia del mundo. Un gesto de relación con éste; hago al mundo parte de mí a la vez que el mundo me hace parte de sí. Re-descubrirse y re-descubrir el mundo al poner la materia en relación.
Este rito no se realiza para intentar comprender la materia como tal, sino a manera de explorar los límites, deshacerlos, deshacerse en ellos y transmutar hacia otras posibilidades. Convertir el metal, la arena, la madera o el cabello en objetos nuevos. La materia resignificada en su función original mediante la exposición a temperaturas extremas, la flexión y el corte, la presión y la erosión. Cómo el río que hace sus bordes con permanente presencia o cómo la cera tibia que en la mano se hace de nuevas formas, para finalmente ver toda su materia reemplazada por plata fundida.
Los objetos se revelan como espejos de su propia existencia, pruebas en sí mismos de las interacciones a las que han sido expuestos. Pulidos, heridos y re ensamblados.
Ariel Velasco G.
