Coleccionar es una actividad universal, que es al mismo tiempo profundamente personal y reveladora. Son evidencias de la vida que se acumula en ellas, llenas de significado y develan la intriga de un relato.
A modo de gabinete de curiosidades, esta muestra reúne una colección de restos de muebles, mobiliarios públicos y máquinas que se han encontrado en la calle en un periodo de cuatro años, en distintos recorridos, andanzas y devenires dentro en la ciudad. Se compone de una diversidad de metales, maderas, escombros y piezas de tecnología obsoleta, una recolección compulsiva que relata una vida pasada anónima, partes de un cuerpo disgregado y repartido por toda la ciudad.
Se muestran distintos ejercicios que componen la recolección: la catalogación, la construcción, la articulación, la mecánica y el cuerpo. A través del dibujo, notas, collages, bocetos y escritos, se muestra el estudio conformando un cuerpo común, un cuerpo vivo, a punto de moverse y transformarse. Es un estudio del movimiento, mecánicas, mecanismos y formas de mover algo inmóvil. Son tratados como parte de un cuerpo anónimo y piezas de una gran maquinaria.
En Máquinas andantes, se construye un cuerpo hecho de restos, una arqueología que pone en tensión objetos de distintas procedencias y construye narrativas de ensamblaje en relación al cuerpo. Algunos de estos objetos son solo un vestigio de lo que originalmente eran, otros gastados por el uso del tiempo, oxidados, rayados y marcados por el paso de los autos. Son, por así decirlo, una memoria de un espacio encapsulado en una forma, un trozo de ciudad que devela sus habitantes, máquinas, espacios y usos.
De pronto agacharse, recoger un objeto y recolectar se convirtió en una forma en que el cuerpo y toda su historia personal se relaciona con los espacios y la ciudad. Una forma de recorrer y encontrarse con lo desconocido, una posible unión entre lo público y lo íntimo.
Texto por Consuelo Olguín
A modo de gabinete de curiosidades, esta muestra reúne una colección de restos de muebles, mobiliarios públicos y máquinas que se han encontrado en la calle en un periodo de cuatro años, en distintos recorridos, andanzas y devenires dentro en la ciudad. Se compone de una diversidad de metales, maderas, escombros y piezas de tecnología obsoleta, una recolección compulsiva que relata una vida pasada anónima, partes de un cuerpo disgregado y repartido por toda la ciudad.
Se muestran distintos ejercicios que componen la recolección: la catalogación, la construcción, la articulación, la mecánica y el cuerpo. A través del dibujo, notas, collages, bocetos y escritos, se muestra el estudio conformando un cuerpo común, un cuerpo vivo, a punto de moverse y transformarse. Es un estudio del movimiento, mecánicas, mecanismos y formas de mover algo inmóvil. Son tratados como parte de un cuerpo anónimo y piezas de una gran maquinaria.
En Máquinas andantes, se construye un cuerpo hecho de restos, una arqueología que pone en tensión objetos de distintas procedencias y construye narrativas de ensamblaje en relación al cuerpo. Algunos de estos objetos son solo un vestigio de lo que originalmente eran, otros gastados por el uso del tiempo, oxidados, rayados y marcados por el paso de los autos. Son, por así decirlo, una memoria de un espacio encapsulado en una forma, un trozo de ciudad que devela sus habitantes, máquinas, espacios y usos.
De pronto agacharse, recoger un objeto y recolectar se convirtió en una forma en que el cuerpo y toda su historia personal se relaciona con los espacios y la ciudad. Una forma de recorrer y encontrarse con lo desconocido, una posible unión entre lo público y lo íntimo.
Texto por Consuelo Olguín